El diálogo interno es ese proceso mental en el que mantenemos una conversación hacia dentro, con nosotros mismos, con nuestra conciencia. Es saludable mejorar tu diálogo interno porque es el diálogo más amplio que vas a mantener en tu vida.
Porque dime tú… ¿Con quién vas a pasar más tiempo que contigo mismo?
Este proceso mental es muy importante para nuestro equilibrio mental. Ten en cuenta que, cuando otros te hablan de forma hiriente, esto te daña. Cuando otros te hablan con cariño y respeto, esto te hace sentir bien.
Pero que pasa cuando eres tú quien te habla en uno u otro sentido.
Pues que tú decides cómo te sientes. Y en ese diálogo interno tienen mucho que ver tus emociones forjadas en tus experiencias vitales.
Un exceso de dureza, exigencia o culpabilidad que se retroalimenta en tu interior y se plasma en tu diálogo interno puede acabar bloqueándote y generando falta de confianza o autoestima.
Por su parte, una persona que se comunica a si misma, mediante su diálogo interior, con respeto, comprensión y cariño, es una persona más segura, comprensiva y mantiene una vida personal más equilibrada. Más bienestar para tus células.
Y tu, ¿en que parte prefieres estar?
El diálogo interno en nuestro equilibrio emocional
A lo largo de tu vida vas a tener momentos felices y momentos menos felices. Y cómo vas a gestionar tus emociones en esos momentos depende, en buena medida de ti mismo.
Cuando te enfrentas a una emoción, cómo gestionas tu diálogo interno te va a permitir ser más, o menos, dueño de esta emoción.
El problema viene cuando esa experiencia que genera la emoción no se traduce en un diálogo interno constructivo.
Sino todo lo contrario…
Nuestros pensamientos internos se tornan destructivos.
Pongamos un ejemplo… Imagina que tienes una oportunidad laboral que cumple todas tus expectativas profesionales, salariales y sociales. Sin embargo, la entrevista no te sale muy bien y a los dos días te llaman para comunicarte que le han dado el puesto a otra persona.
Tus expectativas se derrumban y empiezas a pensar que quizá no preparaste bien esa entrevista. Sentimientos de culpabilidad y frustración se apoderan de ti.
Entablas un diálogo interno contigo, basado en la culpabilidad, en la auto-exigencia.
Ese diálogo puede desaparecer en unas horas, días. O permanecer durante muchísimo tiempo contigo. Y reaparecer cada vez que no consigues algo que te habías propuesto.
Eso genera un malestar y una sensación de falta de confianza, de inseguridad y de dureza contigo mismo. Y se reproducirá cada vez que las cosas no te vayan bien.
Por otra parte, puede que tras recibir esa llamada desanimosa, atravieses unos momentos de incertidumbre. Pero luego, tu eres la persona dueña de su emoción.
Puedes decirte a ti misma que tal vez pudiese haber hecho mejor la entrevista, pero que lo hiciste lo mejor que supiste y podías en aquel preciso momento.
Puedes decirte, también, que habrá más oportunidades. Que tienes gran experiencia y valía en tu campo profesional. Y que, seguramente, más de una empresa estaría encantada de disfrutar de tus servicios. Que ya aparecerá.
En este segundo caso, tu diálogo interno tiende a generar en ti una sensación de confianza, ánimo y optimismo. Y sobra decir que, con estas emociones afloradas en ti, transmites más seguridad y autoestima frente a los demás…
En la siguiente entrevista… ¿a quién crees que seleccionarían antes?
A) ¿A la persona confiada y segura de sus posibilidades?
B) ¿A una persona insegura y que transmite autocompasión o victimismo?
¿Vas entendiendo la importancia de tu diálogo interno?
Diálogos internos que dañan
Muchas veces los diálogos internos son muy perjudiciales para nuestra salud emocional…
Y de rebote para la salud física. Son diálogos internos basados en ideas negativas que nos hacen entrar en un bucle de desanimo y pesimismo.
El diálogo interno puede ser muy positivo y constructivo. Pero también muy peligroso cuando solo se alimenta de pensamientos negativos, que recurren a experiencias negativas o traumáticas.
En ese caso, debes hacer un análisis objetivo, desde fuera, sobre que originó ese torrente de negatividad. Y atajarlo.
Porque si no es así, cada vez que revivamos una situación que nos recuerde a aquella negativa, generaremos una ansiedad de forma anticipada, que no tiene porque cumplirse, pero a la que estaremos esperando.
Y esto aumenta nuestro temor y ansiedad.
Debes evitar ese diálogo interno basado en la catástrofe y que desemboca en pánico. Y lo peor de todo es que se repite y retroalimenta como un círculo vicioso del que es difícil salir.
Tipos de diálogo interno
Un análisis exhaustivo de síntomas y características nos pueden llevar a catalogar los diálogos internos negativos que puedes estar sufriendo. Veámoslos…
Diálogo interno de auto exigencia
Cuando nos exigimos demasiado y somos muy exigentes con nosotras y nosotros mismos, esto genera estrés y ansiedad. No nos permitimos errores y caemos en la culpabilidad.
En muchas ocasiones, ese diálogo interno nos dice que existen factores externos que nos impiden lograr nuestros propósitos. Es un discurso basado en la carencia o en la frustración por las expectativas no cumplidas.
Diálogo interno victimista
Es un diálogo interno muy común. Se desarrolla de una forma en que parece que el universo conspira contra ti. Esto genera sensación de desprotección. Y, al mismo tiempo, sentimiento de indefensión cuando nada nos sale cómo esperamos.
Lo peligroso de este discurso interno es que tendemos a normalizar y asumir un papel de resignación. Como si el hecho que nada fuese cómo deseamos es nuestro destino y no podemos hacer nada para cambiarlo.
Esa desprotección se basa, en pensamientos negativos alejados de la realidad. Y se consolida en la autocompasión como estado en el que, aunque parezca mentira, nos sentimos cómodos.
Diálogo interior de auto crítica
Este dialogo interno se basa en juicios negativos hacia una misma o mismo. Se basa en pensamientos críticos, muchas veces planteados desde la culpabilidad. Se manifiesta desde características personales como la inseguridad o la dependencia emocional.
Si en tu diálogo interno te responsabilizas por cosas que no te atañen o eres demasiado auto exigente, esto te lleva a un estado permanente de frustración o, incluso, depresión.
Es también característico de estos pensamientos internos el factor del merecimiento: «no merezco esto».
«No nos afecta lo que nos sucede, sino lo que nos decimos acerca de lo que nos sucede»
Epícteto
Diálogo interior catastrofista
Es el diálogo interno más perjudicial que desarrolla una persona. Genera ansiedad y trastornos emocionales muy serios. El problema es que, en todos los casos, distorsionan la realidad y se basan en planteamientos exagerados respecto al peor de los escenarios.
Lo que implica este tipo de diálogo interno es una sensación de miedo nada positivo para afrontar la realidad.
Mejora tu diálogo interno: hacia el bienestar con tu discurso íntimo
La buena noticia es que es posible revertir y combatir este tipo de diálogos internos perjudiciales para nuestras emociones, y nuestra salud en general.
Para ello, debemos empoderarnos de nuestras emociones mediante un diálogo racional y constructivo. Los pensamientos negativos no deben rechazarse, pero no deben primar sobre los positivos. En el equilibrio entre ambos está la clave.
Nuestro discurso interno debe permitirte tomar el control de tus emociones.
Eliminar la imposición de los pensamientos tóxicos que se expanden a todo nuestro contexto personal es el primer paso de este camino hacia nuestro equilibrio mental.
Para ello, debemos identificar esos pensamientos negativos en cuanto aparecen.
Aislarlos y analizar su origen.
Entender que no son más que elementos que nos impiden sentir bienestar. Que actúan negativamente contra nuestra seguridad y confianza.
Una vez identificados los pensamientos tóxicos o negativos, es más fácil poder sustituirlos por un diálogo interno más optimista y constructivo.
Y, aunque no es fácil, tampoco lo es lidiar, cada día, con pensamientos destructivos que nos hacen sentir mal y no nos permiten avanzar por la vida con paso firme.
Consejos para tener un diálogo interno más saludable
Para poder gestionar nuestro discurso interno de una forma positiva podemos seguir una serie de pautas que nos faciliten adueñarnos de él y mejorar nuestros pensamientos.
- En primer lugar, debemos analizar nuestras sensaciones cuando tenemos esos diálogos internos negativos. Cómo nos hace sentir e, incluso, que reacciones físicas nos produce: tensión, agarrotamiento, sudoración, aceleración del ritmo cardíaco, etc. Esto implica identificar la reacción que nos genera, pero también la emoción en que se traduce ese pensamiento. Puede ser miedo, rabia, ira, desconcierta, tristeza. En este sentido, la Universidad de California publicó un estudio que determina que al verbalizar y decir en voz alta una emoción, una región de nuestro cerebro generan péptidos que «calman» la amígdala que ha activado esa emoción.
Quizá sea por esa razón que, cuando expresamos en voz alta nuestras emociones, sentimos cierto alivio.
- Analizar qué nos estamos diciendo, en que términos y con qué intención. Al ser conscientes de esos mensajes que nos estamos enviando, puede que nos demos cuenta que, tal vez, nos estamos saboteando.
- En ese análisis de «qué nos decimos» y «cómo nos lo decimos» podemos identificar ciertas exageraciones o distorsiones respecto de la realidad. Tal vez, en alguna ocasión, te hayas dicho aquello de «todo se me da mal». Esto obviamente es una exageración. Es además imposible que a alguien todo se le de mal. Piénsalo.
- Una vez identificados los mensajes negativos que conforman ese diálogo interno tóxico, es más fácil revertir ese discurso interno y tratar de encontrar aquellos pensamientos o mensajes que nos mandamos que son positivos y constructivos para nosotras y nosotros mismos.Y, por supuesto, contrastar con las reacciones fisiológicas y las emociones que nos hacen sentir aquellos pensamientos agradables y respetuosos con nosotros mismos.
Lo ideal es, finalmente, tratar de establecer un «protocolo» de diálogo interno positivo que se active en cuanto identificamos que vamos a sucumbir a pensamientos y mensajes destructivos y nocivos para nosotros mismos.
Pequeños consejos para moderar tu diálogo interno.
Pese a todo lo visto hasta ahora, gestionar nuestro diálogo interno y transformarlo en algo positivo y no destructivo es complejo.
Pero con las pautas anteriores vas a lograr hacerlo.
No hablamos de detener el diálogo interno. No se puede parar. Está en funcionamiento constante.
Pero si podemos revertir los pensamientos negativos y transformarlos en positivos.
Existen algunos trucos, además, para frenar la aparición de esos primeros pensamientos negativos.
Por ejemplo…
- Verbalizar lo que estamos pensando para darle relatividad y quitarle trascendencia
- Escribir un diario de pensamientos en el que reflejemos alguno de los miles de pensamientos que acuden a nosotras cada día. De esta forma podemos identificar cuáles son los pensamientos negativos más recurrentes, cuándo, cómo y porqué aparecen.
- Técnica de anclaje: consiste en tener una muletilla, un patrón visual, como una imagen o un objeto. O un patrón auditivo, una canción positiva, una palabra como «basta». Y recurrir a cualquier de estos elementos cuando detectemos que ese diálogo interno va a empezar a machacarnos.
- Técnica de distracción: similar a la anterior. Consiste en identificar cuando un diálogo interno negativo se desencadena y desviar la atención a otros pensamientos ajenos a ese diálogo que se iniciaba. Una lista de la compra, una receta de cocina que vas a hacer, un listado de tus películas favoritas. Cualquier cosa vale.
Pero recuerda que estos pequeños trucos son solo una solución momentánea para no sufrir diálogos internos perjudiciales. Y que lo ideal es tratar de analizar esos diálogos, su origen y motivaciones y saber gestionarlo y revertirlo hacia diálogos internos mentalmente saludables.
La importancia del diálogo íntimo en nuestro día a día
El diálogo interno es la forma en que nos percibimos nosotros mismos. A nosotras y nosotros y nuestro contexto. Y esto se manifiesta con estados emocionales más o menos equilibrados.
Así cómo nos hablamos, estamos determinando una percepción de nuestra vida. Ese diálogo interno se forja desde nuestras experiencias vitales. Con gran repercusión de las que nos sucede cuando somos niños. Y que se manifiesta en nuestra etapa adulta.
Nuestras creencias y actitudes moldean ese dialogo interno.
Y, como decía antes, conocer y analizar nuestro propio discurso interno nos permite manejarlo mejor y ser más dueños de nuestras emociones diarias.
Hay gente que piensa constantemente en elementos negativos. Y sabemos que eso no nos beneficia ni ayuda nada. Pero aun así, seguimos reproduciendo ese tipo de pensamientos.
¿Por qué? Pues porque nos hemos instalada en un estado de confort, de estar acostumbrados a negativizar nuestras emociones como algo intrínseco a nosotras y nosotros mismos.
Al final somos responsables de cómo pensamos. Y tratar de depurar esos pensamientos y revertirlos hacia reflexiones positivas, hacia un diálogo interno constructivo y optimista no es fácil pero es necesario.
Porque con un diálogo interno positivo adquirimos seguridad y confianza. Nos empoderamos de nuestra vida y todo fluye hacia nuestros deseos y propósitos. Y así, cuando cosas positivas nos suceden, es mucho más fácil seguir generando y reproduciendo un diálogo interno positivo.
Si en nuestro diálogo interno solemos decirnos que «no servimos para esto o aquello«, de forma constante, vamos a acabar creyéndolo y perpetuando esa «profecia autocumplida«.
Sin embargo, si somos capaces de dar la vuelta a la tortilla y decirnos que, en otras ocasiones, hemos salido airosos o hemos gestionado bien aquella situación, entonces ese pensamiento positivo contrarresta el negativo.
En otras ocasiones, tendemos a generar un diálogo interno en la responsabilidad de circunstancias o personas externas. Ese compañero de trabajo que te desquicia tiene actitudes que te hacen sentir mal.
Pero si te das cuenta que eres tu el dueño de cómo te hacen sentir los demás, si te haces responsable de tus emociones, entonces nada ni nadie puede alterar tu bienestar. Porque tý decides cómo te sientes
«Nadie puede herirte sin tu consentimiento».
Anna Eleanor Roosevelt
En este sentido, el uso de un lenguaje negativo en nuestro discurso interno resulta fundamental. El doctor Mario Alonso Puig nos recomienda evitar las limitaciones en el lenguaje que usamos en nuestro discurso o debate interno.
Por ejemplo, si nos decimos mensajes negativos de forma constante esto afecta a nuestro estado de ánimo. Y, en consecuencia a nuestra salud.
Conclusiones sobre como mejorar tu discurso interno
Las neuronas y conexiones neuronales trazan caminos de pensamiento habitual en nuestro cerebro.
Si tus pensamientos se acostumbran a moverse a través de conexiones neuronales en las que predomina la negatividad y el pesimismo como forma de afrontar la vida y tus emociones, esas serán las conexiones o caminos por los que se moverán tus pensamientos.
La negatividad primará en tu diálogo interno. Porque serán las conexiones neuronales más fuertes las que más uses.
Pero tú puedes cambiar eso. De hecho debes hacerlo. Al fin y al cabo pasamos muchas horas desarrollando nuestro diálogo interno… entre 12 y 14 horas al día por adulto. Y en un elevado porcentaje, en general, las personas tenemos diálogos internos negativos.
Revertir esa estadística es necesario y saludable.
Con ello no quiero decir que no siempre el diálogo interno negativo deba descartarse.
Por ejemplo, si tu diálogo interno te dice que hacer una determinada actividad puede ser peligroso para tu salud, quizá, de una forma analítica deberías escuchar ese discurso interno y valorar esa peligrosidad.
Al final, el diálogo interno negativo puede basarse en criterios de supervivencia.
El problema es cuando ese diálogo interior tiende a la distorsión o la exageración. O se impone en cada pensamiento o decisión que debemos tomar.
Como se suele decir, en el equilibrio está la virtud.
Debemos analizar ese diálogo interno. Hablarnos incluso en voz alta. Y darnos cuenta si ese discurso íntimo es, en su mayor parte, generador de sensaciones como miedo, ansiedad, frustración, estrés o depresión.
En ese caso, debemos trabajar sobre él y analizar algunas pautas de cambio que has leído anteriormente en este artículo.
Espero que con este post y todo lo que en él hemos analizado hayas podido comprende mejor tus motivaciones internas a la hora de generar ese diálogo que todas y todos tenemos. Y de esta forma sea capaz de edificar diálogos internos más saludables y constructivos.
Además, si crees que puede interesar a personas cercana, te pido por favor que lo compartas. Al fin y al cabo, compartir es vivir. Y más aún cuando tratamos de ayudar a que todas y todos nos sintamos mejor.
Muy bueno! Gracias por el post.
Muchas gracias Armando!