cómo hablar con tus hijos

Cómo hablar con los niños: 7 consejos efectivos para comunicarte con los más pequeños

Cómo hablar con los niños es una de las mayores preocupaciones de padres y profesores. Es necesario encontrar un equilibrio entre nuestra capacidad de comunicarnos con los más pequeños para que, en esa faceta, podamos ser lo más consecuentes y adaptados a las necesidades de niñas y niños.

La infancia es una de las etapas de la vida más sugestionable y con mayor repercusión en nuestras vidas. Así que, cómo hablamos con los niños es una cuestión muy importante para su desarrollo.

Cómo nos comunicamos con nuestro hijo o cómo hablar a los alumnos es la capacidad de conectar con ellos en unas edades en las que están formando su personalidad, sus creencias y sus valores.

Y en esa capacidad comunicativa influyen muchísimos factores. Desde elegir las palabras correctas, en cada caso, hasta nuestro tono o nuestras expresiones. Esto es el lenguaje no verbal.

Desde muy pequeños, las niñas y los niños desarrollan su capacidad para interactuar con otras personas. Ya sean otros niños o adultos.

Es obvio que una comunicación respetuosa es básica en una buena comunicación con los niños. De esa forma, actuamos sobre su capacidad para expresar deseos, necesidades o controlar sus impulsos.

Vamos a empezar a descubrir cómo hablar con los niños y que se un proceso enriquecedor. Para ellos y para nosotros…

Comunicarse con los niños: una ardua pero gratificante tarea

Vamos a tratar de analizar algunas de las claves que nos permitirán tener una comunicación efectiva con nuestros hijos, o con nuestros alumnos, en caso que te dediques al mundo de la docencia.

Todos estos consejos están destinados a que la comunicación con los hijos ejerza una influencia saludable, positiva y equilibrada para su desarrollo.

Para que los más pequeños desarrollen habilidades sociales y comunicativas que le permitan ser una persona respetuosa, flexible y asertiva en sus procesos comunicativos cuando sea adulto.

Pero estas capacidades comunicativas que vamos a trabajar como madres, padres o docentes también están encaminadas a forjar, en los más pequeños, una escala de valores y una visión de la realidad basada en la tolerancia, el respeto y la confianza en ellas y ellos mismos.

Entendemos que, en muchas ocasiones, comunicarse con los pequeños es una tarea compleja, incluso exasperante. Pero tenemos que entender que, en esos momentos de la vida, muchas cosas son nuevas para los más pequeños.

Existe un desarrollo y descubrimiento de las emociones. Un aprendizaje de las capacidades y habilidades sociales.

Y nosotros, como adultos, debemos manejar esos tiempos de los procesos comunicativos para descubrir cómo hablar con los niños.

Aunque es difícil, también es gratificante formar parte de algo tan valioso como mostrar el camino más equilibrado y que les aporta mayor bienestar y seguridad, cuando están forjando su personalidad.

Cómo hablar con los niños: potenciar su seguridad y confianza

Para alcanzar una comunicación adecuada y saludable con los niños y las niñas, debemos entender su visión del mundo. Incluso ponernos en su lugar y empatizar con sus dudas, con sus procesos de descubrimiento.

La comunicación en la educación es un elemento indispensable para enseñar habilidades sociales que permitan un aprendizaje adecuado para cada edad.

En este sentido, la autoestima que desarrollan los más pequeños se construye desde su capacidad para expresar emociones y sentimientos. Para ser asertivos y mostrar sus necesidades o preocupaciones. Para desentrañar sus dudas o bloqueos.

Por eso es vital practicar una escucha activa con los niños. No solo se trata de escuchar sus quejas o deseos, sino también interpretar su lenguaje no verbal, su tono de expresión o sus gestos.

Por ejemplo, los niños que son escuchados y que reciben una comunicación más confiable y menos infantilizada, tienden a ser niñas y niños con una mayor confianza y autoestima.

Por su parte, aquellos niños a los que educamos y hablamos desde la sobre protección y el miedo, suelen mostrar mayores inseguridades y confianza en si mismos.

Una comunicación basada en los miedos y temores da como resultado que, esos niños, probablemente sean personas más inseguras en su vida como adultos.

Por otro lado, una comunicación basada en diálogos razonados, en los que el niño se muestre confiado y participativo tiene como resultado, adultos que serán más seguros y personas más abiertas socialmente, con los beneficios que esto supone.

Obviamente, la comunicación no lo es todo en la educación de los niños. Los ejemplos son la mejor manera de fomentar esas habilidades sociales.

Pero el equilibrio entre una comunicación eficaz con los niños y la acción coherente, entre lo que se dice y se hace, el mejor legado que podemos dejar a la infancia.

La comunicación en la educación: 7 consejos para hablar con los niños

Como ya hemos dicho, nuestras habilidades comunicativas son fundamentales para saber cómo hablar con los niños. Y las capacidades comunicativas y sociales de nuestras hijas e hijos, o alumnado, se desarrollan durante los primeros años de sus vidas.

Por eso, quiero dejarte algunos consejos para comunicarte con los niños de la forma más saludable y adecuada para que desarrollen todo su potencial comunicativo.

1. Es fundamental el respeto hacia los sentimientos de los pequeños. Cuando empiezan a hablar y mostrar sus emociones, incluso sus ideas, deben sentir que el adulto los respeta y trata de comprender cómo se sienten.

Si tu hijo o alumna te cuenta algo y percibe que le entiendes sin condiciones, que le respetas y no le juzgas, entonces desarrollará la confianza para seguir haciéndolo.

Esto no significa que estés de acuerdo con todo lo que te cuenta. Y que, como adulto, seas capaz de explicar de forma comprensiva y pedagógica, lo que necesita para su bienestar. Pero si algo no nos parece correcto sobre sus emociones o ideas, debemos adoptar un tono respetuoso, conciliador y constructivo.

2. Pregunta y muestra interés. Cuando los niños y niñas perciben interés en cualquier faceta de su vida, esto les genera confianza y seguridad porque los estamos tratando de igual a igual. Así también se fortalece su capacidad para expresar sus ideas y sus emociones y que es sano expresar nuestras inquietudes o preocupaciones.

3. Obviamente, cuando preguntamos a las niñas y niños cosas relativas a su vida cotidiana, lo hacemos porque tenemos un interés real en ello. Esto se demuestra mediante la escucha activa. Debemos dejar que expresen todo lo que quieran. Y debemos hacerlo sin interrumpirles o juzgarles para que desarrollen su autonomía y capacidad para expresarse sin tapujos o temas tabú.

4. Fomenta la importancia del lenguaje no verbal. Cuando nos comunicamos con los más pequeños, de forma inconsciente podemos variar nuestro tono o lenguaje no verbal de formas poco convenientes. Por ejemplo, si nos impacientamos y cambiamos nuestro tono de voz, las niñas y niños perciben un cambio de actitud o humor que reproducirán en su vida diaria.

Por eso, es conveniente mantener un tono constructivo y comprensivo. Para que aprendan a dominar sus emociones y relativizar los problemas que se les presentarán en la vida adulta. Y ya sabemos que son unos cuantos….

5. Delimita los espacios comunicativos. Como adultos, no podemos caer en una sobre protección y estar, en cada momento, pendientes de sus necesidades comunicativas. Por ejemplo, si estamos haciendo alguna tarea, trabajo o teniendo otra conversación, no podemos dejar todo para escucha a nuestro hijo. Esto genera una sensación de dependencia y necesidad de protección extrema.

Para ello, podemos delimitar momentos del día: a la salida del colegio, antes de ir a dormir, durante la comida… Espacios en los que ellas y ellos sientan que serán escuchados y que son momentos para expresar todo aquello que necesitamos.

Obviamente, no significa que no podamos tener una charla en cualquier momento, pero es conveniente delimitar los momentos para comunicarnos de forma armonios y tranquila.

6. La habilidad comunicativa de dar ejemplo. Esta capacidad es fundamental. Incluso cuando no hablamos con los niños, les estamos enseñando a comunicarse. Esto es la forma de dar ejemplo de cómo comunicarse desde el respeto y la asertividad.

Si tu hija o hijo te escucha hablar con tu pareja de una forma grosera o poco respetuosa, normalizará ese tono de voz como algo común y lo reproducirá. Y así cómo nos expresamos desarrollaremos una personalidad más o menos respetuosa.

Si la niña o el niño percibe que elevar la voz o descalificar es algo habitual en los adultos, es lo que reproducirá. Si tu hija o hijo observa que, por el contrario, hablas desde el respeto y que escuchas a las otras personas, adoptará la escucha activa como una habilidad social en su vida…

Así que pregúntate, ¿que ejemplo quieres dar a tu hijo?

7. Estímulos que agradan a los pequeños. La comunicación tiene que nacer desde la constructividad. Con las niñas y niños, los procesos comunicativos son más sanos y positivos si se basan en cosas que les gusta hacer o expresa a ellos mismos.

Por eso es beneficioso que les preguntemos sobre cosas que les agradan, o que les apetece hacer. De esta forma, asumen la comunicación como un vínculo y un canal beneficioso para mostrar sus deseos.

Esto, por supuesto, tiene unos límites en función de la personalidad del niño. No queremos educar ni fomentar el la auto complacencia de los niños o hacerlos caprichosos o exigentes.

Comunicación con los hijos: construye su respeto y confianza

Finalmente para hablar con los niños, es muy importante expresar y transmitirles confianza. Reforzar su seguridad diciéndoles aquellas cosas que hacen especialmente bien, o actitudes positivas o correctas que observamos en ellos.

Es fundamental que conciban la comunicación como una herramienta de constructividad y cooperación. Y no como un elemento de crítica, juicio y recriminación.

Así conseguiremos que cómo hablamos con niños es una parte indispensable de una educación responsable y constructiva.

Que dejará un aprendizaje basado en el respeto y la tolerancia en esos niños, que serán adultos con unas habilidades comunicativas basadas en su propia confianza y bienestar.