Cómo ser un buen comunicador es la pregunta que se hacen muchas personas que necesitan mejorar sus habilidades comunicativas. Ya sea en tu trabajo o en tu vida personal, ser un buen comunicador nos facilita mucho la vida, especialmente en nuestras relaciones profesionales o personales.
Pero ser un buen comunicador con uno mismo también es importante. La forma en la que hablas contigo mismo, es decir, cómo te comunicas de forma interna conforma tu visión de la realidad te hace una persona más o menos optimista, productiva e inteligente emocionalmente.
Ser un buen comunicador: la importancia de tus habilidades comunicativas
No hay duda que somos seres sociales por naturaleza. En nuestro día a día nos relacionamos con otras personas. Y tus habilidades comunicativas son clave para una buena comunicación que nos aporte beneficios y bienestar emocional.
Nuestra habilidad comunicativa es vital para mejorar nuestra confianza y nuestra autoestima.
Sin embargo, para muchas personas lograr una comunicación efectiva y conectar con los demás no es tarea fácil.
La razón es que sus habilidades sociales han quedado estancadas por razones emocionales y creencias que se han forjado a lo largo de su vida.
Es muy habitual, lo vemos de forma constante, que muchas personas no son buenas comunicadoras porque en su infancia sufrieron algún tipo de shock o trauma…
Por ejemplo en una exposición pública… Una habitual: salir a la pizarra a exponer algo, quedarse en blanco, dudar y recibir las burlas de los compañeros de clase.
Pero hay muchas otras razones para tener miedo a hablar en público y a relacionarse y comunicar de forma efectiva, en general para tener una comunicación efectiva.
Ser buen comunicador: muchas personas lo logran
En el otro extremo encontramos esas personas que tienen facilidad para lograr una comunicación efectiva. Que son buenos comunicadores debido a que gozan de una gran inteligencia emocional o una desarrollada inteligencia social.
Muchos psicólogos han indagado en los requisitos o criterios para ser un buen comunicador. Entre ellos esta el reconocido psicólogo estadounidense, Daniel Goleman, que destaca la importancia de generar relaciones sociales basadas en el equilibrio y la armonía para establecer relaciones comunicativas plenas, basadas en conceptos tan importantes como la comunicación asertiva.
Cómo ser un buen comunicador: habilidades requeridas
Para ser un buen comunicador hace falta tener una serie de habilidades sociales de especial trascendencia.
Entre esas habilidades comunicativas destaca la importancia de la empatía. Ser una persona empática nos permite una mayor comprensión para establecer relaciones sociales constructivas, honestas y enriquecedoras.
Pero también quiero advertir que esa empatía es necesaria pero requiere una reciprocidad.
Es decir, que sea mútua. Y no es sencillo lograr que otras personas generen seguridad, comprensión y confianza sobre nosotros.
Para ello resulta importante desarrollar otras habilidades comunicativas como la escucha activa, el manejo del lenguaje no verbal y, en definitiva, ser una persona carismática.
En este post queremos darte las claves para ser un buen comunicador. Una serie de herramientas para ser una persona con inteligencia emocional, que es la base para ser un buen comunicador.
Mediante una serie de consejos pretendo que entiendas las claves para alcanzar una comunicación efectiva.
Tanto en el plano profesional, como en el personal. Y como decía al principio, estas habilidades comunicativas también puedes emplearlas en la comunicación que mantienes contigo mismo.
Tan o más importante que la comunicación que tienes con los demás.
Consejos para ser un buen comunicador. La comunicación efectiva
La comunicación no verbal
En nuestras relaciones cotidianas debemos tener en cuenta que una de las principales herramientas comunicativas es la comunicación no verbal.
En Comunica y Acción ya hemos hablado de la importancia de esta habilidad comunicativa. Sin embargo, no reparamos que no damos la suficiente trascendencia a la comunicación no verbal. Nos fijamos más en la comunicación verbal. Es decir, las palabras de las personas con las que nos comunicamos.
Para ello, debemos fijarnos en aspectos tan importantes de la comunicación no verbal como la mirada, los gestos de las manos, el lenguaje corporal, la expresión facial.
O, incluso, el tono de la voz de nuestros interlocutores. Si somos capaces de controlar y percibir estos aspectos de la comunicación no verbal, empezaremos a desarrollar una personalidad comunicativa efectiva.
En este sentido, el mencionado Daniel Goleman determina la importancia de nuestra capacidad para percibir las señales no verbales. Para ser un buen comunicador debemos conocer cuándo es importante introducir una sonrisa sincera o un asentimiento en el proceso comunicativo.
Esto lo etiqueta Goleman como sincronía. Es decir, la capacidad de generar una sinergia en el proceso comunicativo. De tal manera que generamos confianza, seguridad y complicidad con la persona con la que hablamos.
Si no somos capaces de generar esta sincronía lo más probable es que la percepción de nuestro interlocutor sea de falta de confianza o incomodidad respecto a nosotros.
Es habitual encontrar gente que no ha desarrollado estas habilidades sociales. Son personas que no entienden o perciben cuando es necesario escuchar, cambiar de tema o cómo hacer sentir cómodo a los demás en el acto de la comunicación.
Pero estas carencias comunicativas no se deben más que a distorsiones en el aprendizaje de las habilidades comunicativas.
La buena noticia es que es posible resolver esas carencias comunicativas y potenciar nuestra habilidades comunicativas mediante dinámicas basadas en la psicología de la comunicación o herramientas de las que nos dota la programación neurolingüística, más conocida como PNL.
La mirada en la comunicación
Dentro de las habilidades sociales para ser un buen comunicador, es importante el lenguaje no verbal, como hemos dicho. Y dentro de él merece mención especial el lenguaje de la mirada. El contacto visual es básico para ser un buen comunicador.
El contacto visual es una habilidad comunicativa de primera magnitud.
Dicho contacto visual debe ser coherente con el resto de nuestra comunicación verbal y nuestra comunicación no verbal.
Es recomendable que el contacto visual sea natural y resulte sutilmente expresivo.
Mediante el contacto visual generamos empatía y sensación de atención y comprensión por parte de la otra persona. Cuando generamos esas sensaciones positivas en nuestro interlocutor, conseguimos que la comunicación sea más efectiva.
Como decíamos al principio, hay personas con carencias en las habilidades comunicativas y sociales. Son esas personas que no son capaces de aguantar la mirada. Que tienen algún tipo de carencia emocional, falta de confianza, inseguridad o temores.
Y ser un buen comunicador también implica ayudar a este tipo de personas. Ser honesto, cercano y amable para despertar la seguridad y confianza en ella o él. Para que se sienta cómodo y se genere un clima en el que el contacto visual sea bidireccional y se genere empatía y complicidad.
“La empatía es la capacidad de pensar y sentir la vida de otra persona como si fuera la propia. Camina en sus zapatos”.
Pregunta, interés, parafraseo
Para tener una comunicación efectiva, para ser un buen comunicador es importante generar la sensación de interés en la persona con la que nos comunicamos.
Cuando hablamos con alguien y le preguntamos, asentimos o, incluso, parafraseamos sus ideas o expresiones, la otra persona percibe interés y empatía en nosotros. Y esto le genera sensación de confianza y complicidad.
Lograremos, de forma más efectiva, que el motivo de nuestra comunicación llegue a buen puerto.
La escucha activa y las preguntas a nuestro interlocutor son importantes para ser un buen comunicador. Muy importantes. De hecho, facilitan y estructuran el proceso comunicativo.
Pare empezar, muestran a la persona que nos comunicamos que le estamos atendiendo y escuchando de forma activa. Al mismo tiempo, resuelven dudas o malos entendidos. Si algo no te queda claro, pregunta!
Se trata de generar un clima de confianza para que el proceso comunicativo fluya de forma natural. Es lo que en PNL llamamos rapport.
Pero ojo, no vale ser cansino. Preguntar en exceso, asentir demasiado o parafrasear mucho puede ser contraproducente.
El fluir de la conversación o las reacciones de la otra persona pueden indicarnos que estamos abusando de esta habilidad social.
Simpatía, halagos y buena predisposición
Es evidente que para ser un buen comunicador vamos a desarrollar nuestro carisma. Ser una persona carismática implica ser una persona a la que los demás quieren tener cerca. Una persona que escucha y comprende. Que es empática.
Y para ello es sumamente útil ser amable y halagador. Ojo, no queremos decir “pelota” ni adulador en exceso.
Hacer cumplidos sinceros, honestos y constructivos refuerzan la confianza de la otra persona cuando los percibe coherentes y sinceros con la situación comunicativa que se está desarrollando entre ambas partes.
Saber cuando introducir un halagos es una poderosa habilidad social. Pero debe emplearse con cautela y autenticidad. Por ejemplo, si estamos de acuerdo con una idea de la otra persona, es muy útil expresarlo: “Es una idea fabulosa”.
Mientras que si su idea no nos convence, haremos uso de la comunicación asertiva para que la otra persona entienda nuestro punto de vista sin sentirse violentada o atacada.
Otra de los consejos vinculados a la buena predisposición como habilidad comunicativa es no caer en la negación o negatividad permanente. Debemos ser flexibles y tolerantes.
Esta es una de las claves para ser un buen comunicador y tener la mente abierta a nuevas sugerencias, ideas o propuestas.
Escuchamos para enriquecernos de otros puntos de vista y no para imponer nuestras ideas. En eso se basa la comunicación efectiva.
Controlar la situación y el contexto para comunicar bien
Para ser un buen comunicador es muy importante lo que vulgarmente llamamos, “saber estar”. Para ello hay que ser consciente del contexto comunicativo en el que nos movemos.
La situación, el lugar o las personas que conforman el proceso comunicativo.
De la misma manera que sabemos que no nos comportaremos igual en una boda que en un funeral, esto se puede extrapolar a cualquier situación cotidiana en nuestras vidas.
Por ejemplo, si debemos halagar a alguien o reprender por una determinada actitud a otra persona requiere un contexto determinado. Los halagos son recibidos de buen grado en público.
Mientras que una advertencia o reprimenda debe quedar para los espacios privados entre ambas personas.
También es importante saber cuando nuestras ideas o exposiciones no van a ser exitosas porque existe una fuerte resistencia, por uno o varios de nuestros interlocutores.
En ese caso es muy útil la escucha activa y la intención de encontrar nexos de unión o ideas comunes que desemboquen en acuerdos o consensos.
Pero, en ocasiones, eso no pasará nunca y una retirada a tiempo es una victoria.
Expresión corporal y espacio personal como habilidad comunicativa.
También es una de las habilidades sociales que forman parte de una persona que es un buen comunicador o comunicadora.
Tanto nuestra expresión corporal como los límites de nuestro espacio personal resultan más importantes de lo que nos imaginamos. Por ejemplo, pensamos que para generar cercanía o complicidad, acercarnos lo máximo posible a la otra persona puede ser positivo.
Pero debemos saber “leer” el lenguaje corporal del otro. Si al acercarnos observamos que el se retira o aleja sutilmente, quizá no ha llegado el momento de ese acercamiento. Es lo que llamamos invadir el espacio personal.
Lo mismo sucede con las muestras de afecto.
Tocar al otro, fijar nuestra mano en su brazo u hombro puede ser recibido de buena manera.
Pero tenemos que percibir la reacción del otro ante nuestras muestras de afecto o cercanía.
Para ello, debemos ser conscientes de nuestro grado de confianza con la otra persona. Evidentemente, estas muestras de cercanía serán más habituales con personas que conocemos más tiempo o hay más confianza. Y viceversa.
Aunque no siempre es así. Muchas veces tenemos amigos de toda la vida a los que no les gusta ser tocados o el contacto. Y personas que acabamos de conocer que se muestran muy cercanas y cariñosas y son partidarias de ese tipo de contacto y cercanía.
Respeto para ser buen comunicador
Entre las habilidades comunicativas para ser un buen comunicador hay una que sobresale entre las demás. La he dejado para la ultima porque quiero que sea la que te lleves más fresca tras esta lectura.
Me refiero al respeto. Al respeto por las opiniones, ideas y creencias de los demás. Debemos pensar que cada persona tiene un mapa de la realidad distinto al tuyo.
Así como el mapa real de nuestro planeta esta sujeto a distintas interpretaciones, el mapa de la realidad de otras personas es distinto. Y todos son válidos. Ninguno es mejor que otro. Ni el tuyo sobre el de los demás.
Ser un buen comunicador es entender la libertad de pensamiento, desde el respeto, por parte de los demás.
Cuando faltamos al respeto estamos saboteando nuestra capacidad para ser un buen comunicador. Cuando faltamos al respeto de los demás, generamos desconfianza, falta de credibilidad y perdemos todo nuestro carisma.
Por tanto, respetar la opinión de los demás es fundamental para ser un buen comunicador. Eso no significa que no podamos debatir y discutir las ideas de otra persona. Pero siempre desde el respeto y la comprensión.
De hecho, una de las mejores habilidades comunicativas y sociales es saber escuchar y tratar de entender la realidad de los demás. Ponernos en su piel. Eso es empatía. Tratar de entender sus razonamientos, ideas y creencias.
Ser un buen comunicador es tener la mente abierta a otras visiones y creencias. E incluso saber cambiar las nuestras cuando reconocemos y entendemos que nuestra idea estaba equivocada. Piensa que el ego no ayuda demasiado a ser un buen comunicador.
Cuando no estamos de acuerdo con alguien, debemos evitar usar las acusaciones, sacar trapos sucios, emplear juicios o generalizaciones.
Veamos un ejemplo para entenderlo mejor. Imaginemos que tenemos que señalar a nuestro compañero de piso que no colabora en la limpieza de la casa.
Podríamos decirle: “Nunca limpias la casa. Eres un vago”.
O bien, podríamos comentarle: ”Últimamente no colaboras demasiado en las tareas de casa. Si colaborases me haría sentir más cómodo”
En la primera de las advertencias cometemos dos errores comunicativos que no facilitan el acuerdo o consenso del proceso comunicativo. Primero, estamos juzgando su actitud: “eres un vago”. En segundo lugar, estamos generalizando “Nunca limpias”.
Y quizá nunca sea excesivo o falso, porque seguro que alguna vez ha limpiado. Esto genera malestar en la otra parte y la comunicación empieza distorsionada.
Por su parte, en la segunda advertencia, mostramos nuestro malestar, pero sin juzgar o generalizar. Y además, advertimos de como nos hace sentir su actitud, de manera que buscamos empatizar con el para que entienda que la responsabilidad de cómo nos sentimos es nuestra.
Pero que él podría hacer algo para que nos sintiésemos más cómodos.
Y, en todo proceso comunicativo, el respeto es fundamental para ser buen comunicador cuando ese respeto se vincula al turno de palabra. Es decir, que el proceso comunicativo no sea un monólogo, sino un diálogo. Un proceso de ida y vuelta.
No respetar los turnos de palabra denota falta de habilidades comunicativas. Saber respetar los turnos de palabra es una de las virtudes para ser un buen comunicador. Por eso es fundamental saber escuchar a los demás.
Y, muy importante, para ser un buen comunicador no solo debemos respetar los turnos de los demás, sino tampoco interrumpir. Dejar que los demás expresen, hasta el final, su idea o comentario.
Cuéntanos tus experiencias como comunicador.
¿Has usado alguna de esta siete habilidades comunicativas para ser un buen comunicador?
¿Conoces a alguien, o tu mismo, que usando estas habilidades sea capaz de resolver conflictos y generar confianza en las personas que se comunica?
Cuéntanos tus experiencias y comparte para que más personas puedan descubrir cómo ser un buen comunicador y mejorar sus relaciones.