como envejecer dignamente

¿Crees que sabrás envejecer dignamente? No huyas, leéme…

La salud, en todas sus facetas, es la razón de ser de este blog. Pero cuando decidí escribir este blog, no solo pensaba en la salud de cada persona como individuo, sino en la salud colectiva de una sociedad. Y no solo como fin, sino también como principio.

Quiero decir, que empoderarse de la salud de uno mismo no solo tiene un cariz terapéutico sino también reivindicativo e, incluso, me atrevería a decir, revolucionario. Para ello, aprender a envejecer dignamente es crucial…

Sublevarse contra la mierda que nos obligan a comer, revelarse contra la química económica de las farmacéuticas (auténticas mafias que matan más que la propia Mafia e incluso grupos terroristas), hacerse cargo de nuestra soberanía alimentaria, buscar nuevas formas de tomar las riendas de toda nuestra salud es el camino para una sociedad más lucida y despierta.

Son, simplemente, pequeñas revoluciones que, individualmente podemos hacer cada día.

Envejecer dignamente como estilo de vida

Nos atontan por dentro y por fuera. Desde la tele, la radio, estas redes sociales, desde el sistema educativo imperante. Nos adoctrinan para hacernos animales de consumo que buscan comer rápido y no reflexionar; cambiar rápido de ropa y no reflexionar.

Es la cultura de lo estético y superficial, por encima de unos valores de cooperación y solidaridad. Es la sociedad de frenar nuestro crecimiento personal (como seres plenos y conscientes) en pos de gastar en botox, silicona y ropa de origen explotador (de niños, principalmente, de niños muy, muy pobres).

Y nos consumen y nos merman por dentro. Lo hace Monsanto, y la industria cárnica, la industria del azúcar, la azucarera española, o los excedentes de leche que deben ser vendidos porque la leche es buena. Y un carajo es buena.

Y agachamos la cabeza y aceptamos sin rechistar mientras toda esa comida, el azúcar, la leche, los cereales y la harina refinada tiene consecuencias, no solo físicas sino también emocionales. Cada vez más estudios demuestran como la alimentación nos atonta y nos afea el alma.

El fluor nos atonta, el gluten nos atonta. Y ahí seguimos. Yo no puedo escapar de todo y creo que tu (o la mayor parte de lectores) casi que tampoco. Pero, ¿lo intentamos?

Aprendiendo a envejecer con dignidad

Pero mira, de algo si he escapado. Y creo que lo he hecho porque no es difícil darse cuenta de que nos hacen ver, en esta sociedad de mierda, que envejecer es de perdedores.

Que con los años ya no vales para nada. Que las pasarás canutas para encontrar empleo, para las relaciones sociales, para practicar deportes o incluso para ligar.

Pues yo digo que un copón. Yo tengo 38 años pero me la trae al pairo los años o la edad que ponga en mi carné. Para empezar porque esa concepción del tiempo es una imposición social. Una convención en la que no creo y tu tampoco deberías hacerlo.

Es la peor de las lacras: el tiempo implica esclavitud para la mayor parte de los mortales.

Me explico. Solo tienes que ver durante una hora la publicidad en la tele o un ratito Tele5 (o bueno, casi cualquier canal de televisión).

Empezamos. Anuncios: crema anti edad, crema anti arrugas, loción capilar anti caída, reafirmante Q-10, colágeno, cerveza promocionando la amistad solo entre jóvenes y guapos, ropa solo para jóvenes y guapos (y flacos).

Por no hablar de ciertos programas de tele, de carteles publicitarios. En fin, un sinfín de bazofia que va calando en nuestra mente y acabamos creyéndola como cierta.

El problema es que cala entre adultos que se supone que ya tienen una personalidad formada (repito, se supone) sino también entre jóvenes que están empezando a formarse en valores y en una visión del mundo. Así nos va.

Porque todo esto prima en la tele, pero también en el cine, en la literatura basura y en tantos medios de desinformación que hacen mella en nuestras débiles conciencias.

Cada vez que veo a alguien que ha pasado por el quirófano, ya sea con silicona o botox, no puedo por menos que pensar cuanta gente es victima de un sistema y una sociedad superficial, basada en la imagen por encima del intelecto.

Hace poco leí una frase que venía a decir algo así como que ojalá las bibliotecas estuviesen tan pobladas como los gimnasios. Y ojo, no digo que el deporte no sea fundamental, pues lo es en nuestra salud física y emocional. Pero sería deseable una equiparación de afluencia y de carnés de biblioteca y carnés de gimnasio hoy en día. Que vamos, hay tiempo para ambas.

Ese culto al exterior de cada uno agudiza un desprecio hacia el proceso de envejecimiento. A nadie o casi nadie le gusta envejecer. Y menos aún, la gente no sabemos envejecer dignamente. Porque envejecer es vivir y es nuestro proceso biológico natural, parece que hacerlo nos va dejando fuera de muchos contextos.

Que somos menos validos cuantos más años tenemos y nuestra función para con la sociedad se va haciendo cada vez más pequeña.

Sin embargo, en muchas sociedades y civilizaciones, el hecho de envejecer o ser viejo, o incluso anciano es síntoma y sinónimo de veneración y respeto.

Quien más ha vivido más sabe de la vida y más puede enseñarnos. Son personas sabias y la edad nos aporta una perspectiva más lúcida de la realidad. Pero en nuestra sociedad no, quien envejece es incluso menos valido para consumir.

¿Cuántos anuncios has visto en la tele destinados a mayores que no sean de pastas para aguantar las dentaduras postizas o prevenir las perdidas de orina, especialmente en mujeres? Es que eso no da mucho dinero, la verdad. Y glamour tiene más bien poco.

Envejece dignamente. Hazte ese favor a ti, a los que te rodean.

Los achaques llegan, las canas también. Si tienen canas, por cierto, como Richard Gere quedan bien, porque tiene tantos dolares como canas.

Ahora, si eres pobre estas jorobado. Envejece dignamente porque tienes mucho que aportar. Experiencia cuanto menos.

Hubo un tiempo en el que me cansaba de escuchar a los mayores decir que la sociedad la teníamos que cambiar los jóvenes. Pues quizá por energía si, pero ¿Quién puede aportar más conocimientos, señor, que usted, que vivió una guerra?

Y envejecer dignamente también es un estilo. No hace falta llevar ropa de joven (que tontería de expresión por si misma). Uno puede hacer bicicleta o correr hasta que el cuerpo aguante. Y si las mallas que usas para correr no te hacen el culo prieto, sino flácido por la edad, pues sigues siendo tú y tus circunstancias que son las que te han traído hasta aquí.

Y al que no le guste que no mire. Ya esta bien de patrones y de modas. Cada uno que vaya como quiera. Si a un abuelo le apetece hacerse un piercing o a una octogenaria un tatuaje, ¿Quiénes somos los demás para juzgarlos?

Envejecer no tiene normas. Nada es propiedad de los jóvenes o los viejos. La edad no es limitadora. Lo limitado son nuestras mentes de cenútrios. hipnotizados por los cánones de la moda que marca El Corte Ingles. Y demás gentucilla que se gasta mucha pasta en campañas publicitarias.

Pobres de espíritu, porque vosotras y vosotros también envejeceréis, y si sois dignos reclamareis dignidad. Y no la merecéis.

Envejecer (con dignidad) es un arte pero debería ser lo natural. Porque no hay nada más natural que envejecer.